Época: Judaísmo
Inicio: Año 1900 A. C.
Fin: Año 2003




Comentario

Las leyes judías sobre la impureza son sumamente precisas, considerando que lo impuro es contaminante y debe ser eliminado mediante baños y rituales. Estas leyes son especialmente rígidas con los alimentos.
Las leyes judías sobre la alimentación reciben el nombre genérico de kashrut, de la palabra hebrea kasher (apto) o kosher, según la pronunciación ashkenazí y yiddish.

Para los judíos, los seres humanos primitivos eran vegetarianos, siendo el consumo de carne una concesión de Dios tras el Diluvio. Sin embargo, no todos los animales pueden ser comidos y, aquéllos que sí lo son, deben ser tratados de una manera específica. De las aves y mamíferos aptos para el consumo debe ser extraída toda la sangre, pues ésta es tenida por la fuerza de la vida y no adecuada para el consumo humano.

Los animales deben ser sacrificados del modo (shechita) más rápido e indoloro posible. Con un cuchillo muy afilado, el matarife (sochet) -que para poder serlo debe observar una intachable conducta religiosa- debe seccionar las venas del cuello con un golpe seco, evitando sufrimiento al animal y facilitando su sangrado completo.

La carne debe ser lavada varias veces antes de ser consumida, eliminando los restos de sangre.

Las leyes judías citan una serie de animales impuros, como el cerdo. Además, son impuros e inaptos para el consumo humano los mamíferos que tienen la uña hendida y rumian; entre los peces, los que tienen espinas y escamas; y entre las aves, las rapaces, las gallináceas, la paloma, la tórtola, la codorniz y los ánades. También está prohibido tomar alimentos manipulados por un no judío o mezclar la carne con la leche, debiendo esperarse un tiempo antes de consumir leche después de haber comido carne.